Así fue como sucedieron monosiempres, polinuncas, demidudas, sapiolenguas…
Sonia PinaTome lentamente su cara y acérquela a la propia; inmediatamente verá la fusión de labios. Con suavidad, abra la boca y mezcle las lenguas, manteniendo las manos sobre la cara. Luego de algunos segundos sentirá una reacción química que liberará energía calórica, pero no se precipite, prosiga con las instrucciones.
Julio Cortázar (1914 -1984)
Esta ha sido mi sexta colaboración como ilustrador con la D(X)I Magazine, revista de Cultura & Post-diseño.
Después de muchos años de colaboración con la revista publicando entrevistas, artículos de opinión, fotos y diseños tipográficos, llegó el día de volver a colaborar con una ilustración. Después de 7 años, nuevamente un dibujo.
El tema, AMOR, que articuló el número 52 de la revista, publicado en septiembre del 2017, no era de partida, en el momento que la propuesta de la revista llega a mi buzón de entrada, un tema atractivo en lo personal. Todo lo contrario. El desamor supuso toda una provocación interna. Intentar hablar del amor desde el otro lado del espejo fue el desencadenante final de la tormenta de ideas de la que acabó surgiendo la imagen exorcizadora de todos los males. Y eso que inicialmente, intenté ilustrar un texto de Julio Cortázar que tenía rondándome la cabeza desde hace tiempo.
Instrucciones para amar
Pósese justo frente a la persona que se quiere amar. Mírela a los ojos, sonría delicadamente, no exagere. Haga lento el abrir y cerrar de ojos: baje lentamente los párpados, súbalos de igual forma. Así durante todo el procedimiento.
Tome lentamente su cara y acérquela a la propia; inmediatamente verá la fusión de labios. Con suavidad, abra la boca y mezcle las lenguas, manteniendo las manos sobre la cara. Luego de algunos segundos sentirá una reacción química que liberará energía calórica, pero no se precipite, prosiga con las instrucciones. Tranquilamente aparte las manos de la cara del ser amado, deslizándolas suavemente por los hombros hacia abajo, hasta llegar a la espalda.
Abrazar fuerte.
Continúe con los procedimientos anteriores, verá que no experimentará ninguna dificultad para realizar estos pasos al mismo tiempo. Relaje las piernas y los brazos, sosténgase de pie sobre la persona que se quiere amar, verá que es el mejor soporte posible.
Apague o disminuya la luz, el ambiente será más tranquilo.
Aproxímese a una cama, preferentemente hecha sólo de sábanas. No se preocupe por las almohadas, sus propios torsos cumplirán esa función perfectamente.
No se apresure, póngase, despacio, en posición horizontal, guíe al amado a ponerse en la misma posición, de manera que los dos queden acostados y de costado, mirándose una vez más.
No deje nunca de abrazar.
En silencio, recuéstese sobre el torso ajeno y déjese reposar un buen rato.
La oscuridad le dará una sensación muy pacífica de la realidad y limitando la visión y el oído, podrá disfrutar de los sentidos que suelen dejarse relegados: el tacto, el olor, el gusto. Mantenga el abrazo, pero no se quede dormido, el sueño bien podrá experimentarse despierto.
Admirar todo lo que guste, deleitarse con las más inocentes excusas, detener el tiempo mientras se ve a la persona amada hacer algo tan simple como hablar, fruncir el ceño o jugar infantil y tiernamente con un peluche. Agregue dulzura a gusto. Añada sonrisas, payasadas y bromas (las lágrimas no hacen mal si están medidas en proporción y están bien batidas con amor), regalos insignificantes como un beso en un momento inesperado o un papel escrito a las apuradas. Pueden ser valorados más que una joya.
Consejo: las caricias y besos extras a lo largo de todo el procedimiento producirá un mejor efecto y mejor resultado. No olvide las miradas.
Secreto: Esta receta es especial para noches de lluvia; el sonido de las gotas rompiendo el silencio conforma una atmósfera imperdible.

Al principio, dulce y salado a la vez, incluso ácido en la marginalidad de sus bordes, pero al final siempre amargo si hay que tragar lo que no se quiere.

Definitivamente, Cortázar hablaba de algo que en mi provocaba un efecto contradictorio. Yo quería hablar de otra cosa. Así que le propuse a Sonia Pina, una gran amiga de la infancia, ilustrar mi dibujo con palabras. Ella aceptó con gusto el lance, aun reconociendo que suele ser contraria la relación. Lo hice después de redescubrir su manera de escribir, que tanto me gustaba de niño, en los microrelatos que ahora comparte en su blog Apuntarse a un peine.
El resultado, ya lo sabíamos de antemano, iba a ser tan inevitable como deseado.
Proponer un juego invertido como este, tratando de huir de un texto cortazariano y una imagen propia que no logran sincronizarse, era volver a caer en la misma trampa.
Hemos de aceptar de una vez por todas, que aunque texto e imagen suelen o pueden compartir espacios para dialogar (eso dicen) en realidad asistimos a la confrontación de dos monólogos que aparentemente hablan de lo mismo, pero no lo hacen. En esta ocasión, los monólogos fueron pactados y creo que nos entendimos a la perfección. ¿Cómo si no, iba Sonia a empezar el texto con esta definición tan mordaz?
¿Qué es el amor cuando todavía no es?
Un empeño que oscila caóticamente entre la ilusión y la frustración (ilus-tración). Una cata, un intento.
Un vampiro que se cuide muy mucho, de no morderse con sus propios colmillos, ha de saber que ese músculo sin hueso nunca estará a buen recaudo si se aventura a confiarlo a los incisivos colmillos de otra vampiresa sedienta de sangre.
Así que, si quieres saber ¿qué es el amor cuando todavía no es?, tendrás que pinchar sobre la palabra AMOR . No tengas miedo a hacer más daño.
(…)
Desde el primer momento en que empezamos a trabajar sobre el tema amor, algunas heridas mal cicatrizadas se reabriron como bocas despechadas, supurando lágrimas y odio en la misma proporción. Juntas alzaron la voz e invocaron por derecho propio al espíritu del Amorodio. Ese monstruo de dos cabezas que, en cuanto se materializó ante nosotros, reclamó para cada una de sus dos mitades, los 15 minutos de éxito que Warhol le había prometido. Se manifestó violentamente en convulsos tachones, en incontrolada escritura automática, en arrebatados garabatos desdibujados.
Este despreciable ser supo cómo hacerse querer.
Surgieron algunos prejuicios que suscitaron muchas dudas, pero con poco esfuerzo el Odiamor, el Romaido, el Oidoroma… consiguió que el número 53 de la revista, versase desde cualquier punto de vista, sobre su otra mitad, el ODIO.
En esta ocasión, como era de esperar, no recibí con sorpresa la propuesta de colaboración de la revista. Fui parte instigadora y cómplice del mal y como tal recibí con honor la responsabilidad de arengar a las masas para sacar lo más vil de su existencia. El texto quedó así.
Finalmente, para este número, publicado en febrero del 2018, el tándem Sonia-Pablo, Pablo-Sonia, propuso realizar un ejercicio creativo especular y especulativo sobre el ODIO con un final espectacular. Otro aparente diálogo. Dos monólogos. Pimpinela en sus mejores tiempos. Habla chucho que no te escucho. Texto e imagen, no tenían nada que decirse. Se aman pero se detestan mutamente.
Si quieres saber como acaba esta historia de desencuentro con uno mismo, este culebrón de siempre como nunca jamás nadie lo ha contado, solo tienes que apretar este BOTÓN ROJO. Sin miedo. Solo escuece un poco. No digas que no te lo advertimos.
Qué paso por mi cabeza mientras estos dos rostros se fueron definiendo en el papel, es algo que solo logro recordar en parte.
Seguramente pensé en más de una cara conocida que pudiera provocar en mí, estos sentimientos enfrentados y remover en mis entrañas, viejos miedos olvidados.
Sabía que ya había visto antes las expresiones de esas cabezas flotantes pero no era capaz de recordar ni dónde ni cuándo.
Tardé mucho tiempo en volver a enfrentarme a ellas. Cara a cara como en un espejo.
Yo, que cuando me dejé barba aspiraba a tener el mismo atractivo que Paul Naschy asistiendo al crecimiento de vello en mi rostro como signo de masculinidad.

Yo, convertido en el primer licántropo alopécico, hube de asumir que no era yo el que sacaba la lengua a su propio reflejo, sino que eran otros yo que existieron antes de existir yo, que fueron ellos y fueron ellas quienes encontraron en mi yo otra oportunidad de volver a existir.La primera sorpresa fue ordenando recuerdos.
Unos souvenirs olvidados de un viaje que nunca hice a un destino en el que nunca he estado .
Un sobre con una pequeña colección de postales de la India que compré en la ciudad eterna. Aquella que se nombra cuando se invoca al amoR al revés.
Cerca del Panteón de Agripa , me sumergí en el Tevere y renací en el Ganges. Ante mí, lenguas burlonas, amenazantes llamaradas rojas saliendo de una herida piel azul aterciopelada. La diosa Kali depositando en mi boca un descarnado sabor a muerte. La certeza de que de mi mano nunca ha salido nada que no haya existido antes de otra manera.
La misma lengua, que dicen inspiró el logotipo de los Rolling Stones y que usando el idioma de las estrellas, me deseó un Feliz Año en las Navidades de 1982. Ahora lo recuerdo, de un televisor a color que prometía darme muchos besos surgió un lengua húmeda que lamió mi cara dejándola marcada de por vida. Aplauso. Ovación. El culto a la muerte, en días de regocijo, regeneración. Villancicos y rock and roll.
El siguiente despertar fue una tarde de cine, volviendo a ver por casualidad, una película de las de mi infancia. Furia de Titanes de Desmond Davis (Clash of de Titans 1981). La original, la misma que vi en el Cine Avenida, calculo que otra vez a los 10 años. Seguramente acompañado de Sonia.
Ahí estaba ella. El mismo tono de piel, la misma ira en los ojos aun cuando sus pupilas desapareciesen abriéndose en un halo de luz verde petrificador. Mítica.
La Medusa de Ray Harrihausen lleva años deambulando por mi cabeza, convirtiendo los viejos recuerdos en piedra y no me había dado cuenta.

Si quieres revivir la escena completa, puedes adentrate en el laberinto de mi mente pinchando aquí.

El título elegido para la primera ilustración publicada en la D(X)I Magazine, fue VAMPIRE LOVE y como prolongación de este argumentario de monstruos, la segunda fue WITCH HATE, como respuesta a la idea romántica de un amor brujo. De vampiros y de brujas.
Quizá por eso siempre pensé que mi referente era la Bruja Mala del Oeste del Mago de Oz, tanto en su versión antigua como la más reciente. Sobretodo porque la primera versión del dibujo enmarcaba el óvalo de la cara con una lacia cabellera negra. El paso al rojo fue algo más visceral. Un imprevisto.
Aunque ahora ya sabemos el motivo, también es cierto que el hecho de que ninguno de los dos verdes de Oz fuese el elegido para la imagen final del Odio,
tendría que haberme hecho sospechar.
La decisión de alargar el rostro con una cabellera enroscada como una serpiente alrededor del cuello podría haber hecho presagiar las evocaciones de Medusa.


Pero la realidad del proceso creativo fue bien distinta.
El parecido a una bruja de esta cantante, que tanto me gusta, no se me pasó nunca por la cabeza. Pero nadie me negará que el recurso de enmarcar el rostro es muy similar al usado en la caracterización de Mila Kunis como Wicked Witch of the West. Pura casualidad.
Sinembargo, aunque no pondría la mano en el fuego para asegurar que reparé en esta coincidencia mucho después de haber acabado el dibujo, si que puedo asegurar que este recurso ya lo había visto en alguna publicidad de champú o suavizante. No recuerdo de qué marca pero sigo dándole vueltas.
En mi caso, el referente fue mucho más inocente.
Desde un principio, me empeñé en que la composición de WITCH HATE se presentase como una especie de ovillo perfectamente hilado. Como los de lana que compraba mi madre para hacerme jerseys o los de hilo que compraba mi abuela para hacer ganchillo. Siempre me cuativó la perfección de la hilatura industrial.

Una posible explicación a la forma de VAMIRE LOVE la descubrí más de un año después, otra vez por casualidad. Claro que conocía el cartel de Cruz Novillo pero en el proceso de ideación de la ilustración no fui consciente de ello.
Fue visitando la exposición de CRUZ NOVILLO DE CINE en Madrid, en Matadero, en mi asitencia al 8º Encuentro BID de Enseñanza y Diseño: 100 Años después de la Bauhaus.
En lo que respecta a los labios tan rojos, hay que aclarar que ni son los del logo de los Rolling Stones que nombrábamos antes, ni son los del Dr. Frank-N-Furter en The Rocky Horror Picture Show. En realidad, y eso siempre lo tuve claro, son los del Jefe Blue Meanie de The Yeloww Submarine el film de los Beatles, dirigido por George Dunning en 1968, con dibujos de Heinz Edelmann.
