«Señaló hacia la gran pajarera e interpeló a Beremiz, fijando en él sus ojos que destellaban con fuerza y frialdad.
-¡Responde, Calculador del Ánade! ¿Cuántos pájaros hay en la pajarera?
Beremiz Samir se cruzó de brazos y comenzó a observar con atención el vivero indicado. Sería prueba de locura – pensé yo- intentar contar los pájaros que revoloteaban inquietos por la jaula, saltando con increíble ligereza de una percha a otra.
Un silencio expectante ganó la escena.»
Malba Tahan (1895 – 1974)
Esta fue mi aportación a la exposición «OFICIS ESTRAORDINARIS», en la 48 Fira del Llibre de València.
El 2013, la APIV movida por el contexto social en que vivimos, decidió recopilar, de entre los mejores libros de la historia, aquellos personajes que, por sus extraordinarias habilidades, podrían servir de modelo a los y las emprendedoras que buscan oficio.
Yo elegí como oficio extraordinario el de Beremiz Samir, de la obra de Malba Tahan de 1938 “O homem que calculava” (El hombre que calculaba).
Capítulo II
«Donde Beremiz Samir, el Hombre que Calculaba, cuenta la historia de su vida. Cómo quedé informado de los cálculos prodigiosos que realizaba y de cómo vinimos a convertirnos en compañeros de jornada.
— Me llamo Beremiz Samir, y nací en la pequeña aldea de Khoi, en Persia, a la sombra de la pirámide inmensa formada por el monte Ararat. Siendo aún muy joven empecé a trabajar como pastor al servicio de un rico señor de Khamat.
Todos los días, al amanecer, llevaba a los pastos el gran rebaño y me veía obligado a devolverlo a su redil antes de caer la noche. Por miedo a perder alguna oveja extraviada y ser, por tal negligencia, severamente castigado, las contaba varias veces al día.
Así fui adquiriendo poco a poco tal habilidad para contar que, a veces, de una ojeada contaba sin error todo el rebaño. No contento con eso, pasé luego a ejercitarme contando los pájaros cuando volaban en bandadas por el cielo.
Poco a poco fui volviéndome habilísimo en este arte. Al cabo de unos meses —gracias a nuevos y constantes ejercicios contando hormigas y otros insectos— llegué a realizar la proeza increíble de contar todas las abejas de un enjambre. Esta hazaña de calculador nada valdría, sin embargo, frente a muchas otras que logré más tarde. Mi generoso amo poseía, en dos o tres distantes oasis, grandes plantaciones de datileras, e, informado de mis habilidades matemáticas, me encargó dirigir la venta de sus frutos, contados por mí en los racimos, uno a uno. Trabajé así al pie de las palmeras cerca de diez años. Contento con las ganancias que le procuré, mi bondadoso patrón acaba de concederme cuatro meses de reposo y ahora voy a Bagdad pues quiero visitar a unos parientes y admirar las bellas mezquitas y los suntuosos palacios de la famosa ciudad. Y, para no perder el tiempo, me ejercito durante el viaje contando los árboles que hay en esta región, las flores que la embalsaman, y los pájaros que vuelan por el cielo entre nubes. »
En esta ocasión, la ilustración del cartel de la exposición y portada del catálogo son obra del compañero Pau Valls.
Por primera vez en la historia de APIV, el catálogo ha sido materializado gracias a una campaña de micromecenazgo en Verkami, en la que todos los miembros de la asociación hemos participado activamente en su difusión y puesta en práctica.

El resultado ha sido un pequeño ejemplar encuadernado en rústica, de unas 116 páginas, en formato A6 (10,5cm x 14,8 cm) en el que se recogen a todo color, las más de 80 ilustraciones expuestas del 25 de abril al 5 de mayo de 2013, en la 48 Fira del Llibre de València.

Mucho tiempo después, me encontré por casualidad con esta otra imagen de Ayax Barnes:

La verdad es que en mi viaje a Argentina, tuve la oportunidad de conocer mejor la obra de este ilustrador argentino. Compré algunos libros infantiles y sí, entre mis recuerdos de esta estancia está la premiada La línea, pero no recuerdo haber visto Blanca-Rosa y Salem-Salim. ¿O tal vez sí?


Es cierto que pude visitar la Escuela normal superior “Sarmiento” de Resistencia, en el Chaco y puede que en su biblioteca… pero no lo sé, no soy consciente de haberme inspirado en un recuerdo tan vago como éste.
Sin embargo, me gusta la idea de que en nuestra mente, naden imágenes y recuerdos borrosos que se mezclan de manera incontrolada y caprichosa, tratando de encontrar el camino para volver a ser dibujos con una nueva vida por delante.
Definitivamente, hay que abandonar la idea de ser original por encima de todas las cosas y esconder quienes son nuestros referentes.
De hecho, viendo a Ajax Barnes, pienso en otros ilustradores del pasado y del presente que también me gustan o me gustaron, por diferentes motivos: Eric Carle, Luis de Horna, José Ramón Sánchez, Alberto Gamón…
Mi cabeza no es la única de la que se escapan pájaros sin control.