VIAJE AL CENTRO DE LA AVENTURA

Me sentía muy fatigado a causa de mis nervios, por lo que no tardé mucho en dormirme.
De nuevo tuve un extraño sueño –consecuencia sin duda de tantos momentos de inquietud y tantas sorpresas- que tuvo el poder de influir en mi ánimo, llenando mi mente con los recuerdos de múltiples lecturas que relataban hechos reales o imaginarios sucedidos en épocas primitivas.

Julio Verne (1828 – 1905)

Para participar en la exposición  AVENTURAS DE PAPEL, 100 ilustradores, 100 aventuras, organizada por  APIV, en el año 2010, elegí como texto de referencia uno de los primeros libros que leí de pequeño: Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne. El libro pertenecía a  HISTORIAS SELECCIÓN  de Bruguera, pero no a la colección de mis hermanos, unos años mayores que yo,  con las sobrecubiertas con fondo blanco.

He leído que esta coleción tuvo esta apariencia  hasta el 1973, que después las sobrecubiertas pasaron a a ser de color dorado y que finalmente,  desde  1978, desaparecen las sobrecubiertas imprimiéndose el mismo diseño con fondo dorado  directamente en las cubiertas de los libros.
Esta última versión es la que leí de pequeño aunque a veces, la imagino como si fuera de al biblioteca de mis hermanos mayores.
En ambos casos, los libros eran (según palabras de sorpresa de mi hija) «una mezcla de libro y cómic».
Las imágenes eran siempre, en blanco y negro. El color quedaba como un aperitivo en las cubiertas que, sólo el poder de la sugestión de las palabras, era capaz de prolongar en el relato. Eso y los lápices de colores. Porque después de enseñarnos en clase, a colorear dibujos sin salirnos de la línea  ¿no pretenderían que dejásemos pasar la oportunidad de colorear  estas viñetas solo entintadas con negro?

Para la exposición  AVENTURAS DE PAPEL, 100 ilustradores, 100 aventuras, decidí redibujar la viñeta en la que Axel, el narrador de esta historia, sueña con épocas primitivas, una imagen sin color que ilustra un fragmento del capítulo XXIV de este libro.

VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA.
CAPÍTULO XXIV

(…)
Me sentía muy fatigado a causa de mis nervios, por lo que no tardé mucho en dormirme.
De nuevo tuve un extraño sueño –consecuencia sin duda de tantos momentos de inquietud y tantas sorpresas- que tuvo el poder de influir en mi ánimo, llenando mi mente con los recuerdos de múltiples lecturas que relataban hechos reales o imaginarios sucedidos en épocas primitivas.
Una débil claridad ocupó el campo de mi vista y, lentamente, observé que se desarrollaba ante mí una vasta campiña cubierta de selvas y pantanos. Divisé animales salvajes paciendo en el centro de páramos inmensos, y fieras que iban a combatirlos y devorarlos.
Vi también salvajes desnudos, devorando crustáceos, disputándose violentamente los restos de una ballena arrojada a la orilla.
Advertí que no tenían habitación o albergue, y que se ocultaban en cavernas o bajo la sombra de las palmeras. Y que algunos de aquellos desventurados seres humanos poseían armas guarnecidas de espinas de pescado, de las cuales servíanse para destruir los pájaros, los cuadrúpedos y los peces con que se alimentaban, comiéndoselos crudos.
(…)
Y seguidamente me vi a mi mismo, a mi tío Otto Lidenbrock y a Hans, y los tres, valiéndonos de tales progresos, habíamos podido llegar hasta las fantásticas regiones subterráneas. Nos veíamos rodeados de monstruosos animales antediluvianos que abrían sus enormes fauces para devorarnos…
Entonces advierto que huimos, huimos precipitadamente, lanzando horribles gritos, perdiéndonos poco después en el interior de una gruta inmensa de la que ya no podemos salir jamás, porque los megalosauros, los plesiosauros, los gigantescos cocodrilos y los mammuths montarán eterna guardia en todos los orificios de acceso a la corteza terrestre…
Gigantescos ojos de enormes pupilas nos espían continuamente con enloquecedora fijeza.

Imagen sacada de elblocdejaviergay.blogspot.com.es
En esta ocasión, el diseño del cartel lo realizó el compañero Miguel Angel Giner Bou, basándose en la ilustración hecha para la ocasión por el compañero Carlos Ortín.
 

100 aventuras y 100 ilustraciones en el formato habitual A3. Solamente algunas pudieron ser ampliadas a gran formato para decorar las entradas del centro comercial en que se realizó la exposición por primera vez. Fue una gozada ver nuestros dibujos en un formato tan grande.

Muchos años después, revisitando las Galerías de la  Accademia de Belle Arti di Venezia, lugar en el que estuve con una Beca Erasmus en mi época de estudiante, me di cuenta de que quizá las imágenes del Bosco del más allá,  que seguro vi en su día, me pudieron condicionar a la hora de representar ese otro túnel que aparece en la novela de Julio Verne.

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